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  • Mica Tramer

Chicos que construyen su propio camino. Una nueva vida gracias a Migdal Ohr

Actualizado: 6 jun 2022

‘‘Buscamos lograr que sientan que están en un lugar que les va abrir puertas para un futuro mejor.’’ Dice el director de amigos de Latinoamérica en la fundación, Adrián List. Esa es la base de Migdal Ohr desde sus inicios, sin importar de donde venga el niño, porque todos merecen ese rayo de luz.

Ayudar al prójimo, sin importar el sexo, religión y pasado. De eso se trata Migdal Ohr. Su nombre lo dice todo, faro de luz. Es una luz hacia una nueva vida, hacia un mejor futuro otorgado por la fundación en las manos del reconocido rabino Grossman. Más de 10.000 niños al año son ayudados por los programas sociales del rabino, en escuelas tanto laicas como religiosas. Impresionante cómo la misión de ayudar traspasa las barreras religiosas, ¿no?

Comenzó como un sueño y hoy es una institución esencial para miles de niños y jóvenes. Cientista político, hoy Adrián List dedica su día a día a ayudar a chicos para que tengan una mejor vida. Cautivado por el trabajo del rabino Grossman, este argentino no dudo que, a pesar de ser completamente laico, trabajar para el rabino era su camino correcto.

Todo cambió para el rabino cuando decidió mudarse a Migdal Haemek, siendo finalmente el lugar en donde fundó esta maravillosa organización. Todo para ‘’ayudar a los niños que estaban perdidos en la vida’’, nos dice el director de amigos de América Latina de Migdal Ohr, Adrián.

De 18 a 6.000 chicos. Para alcanzar el nivel de masificación que tiene actualmente necesitaron de mucha ayuda externa, tanto estatal como privada. Una increíble red educacional es la base de todos los proyectos, llena de profesionales que ponen en práctica todo el deseo de ayuda al prójimo.

El orgullo de Israel y el orgullo de ser israelí, Eso representa Migdal Ohr. Nos demuestra cómo todos unidos podemos convertir sueños individuales en logros colectivos que cambian vidas.

La educación de Migdal Ohr no es exclusivamente a la que estamos acostumbrados. Antes y después de las clases, las actividades les enseñan de la vida, comunicación, sociabilidad y trabajo. La idea es centrarse en todas las aristas del niño para que así puedan surgir integralmente. Desde bar mitzvah hasta matrimonios, en todas las etapas necesarias ahí estará Migdal Ohr.

La historia es inspiradora y se logra entender que realmente todo grano de arena aporta, por más pequeño que sea. Solo debemos tener la intención.


El rabino Yitzhak David Grossman con estudiantes de la Aldea Agrícola Terapeútica Zoharim. Foto: cedida por el entrevistado

El rabino Yitzhak David Grossman con estudiantes de la Aldea Agrícola Terapeútica Zoharim.

Foto: cedida por el entrevistado.



El rabino Grossman comenzó este viaje con un solo propósito. ¿Cómo fue la historia de su creación? ¿Ha ido cambiando su objetivo?

En el año 1967, después de la guerra de los seis días, el ejército de Israel abre las puertas de la ciudad vieja y con veinte años, el rabino ultraortodoxo, Itzjak David Grossman dijo en el Muro de los Lamentos que, para devolverle este milagro a Dios, iba a ser voluntario con gente carente. Recién casado, se fue con su esposa desde Mea Shearim a Migdal Haemek, una ciudad que tenía pocos recursos en el norte de Israel. Comenzó a darse cuenta que los jóvenes estaban solo en las discotecas, muy perdidos, no tenían dirección. Los invitó a la casa. Vino una vez un chico y le dijo: "rab mi hermano está preso". Y le contestó, "tu hermano es mi hermano, yo te acompaño a la cárcel". Le dijo al jefe penitenciario que quiere venir dos veces por semana a la cárcel para dar clases de torá y ayudarlos. Así fue cómo hasta el día de hoy hay un programa de rehabilitación para presos desde el año 1968.

En esos días, el rabino hizo una fiesta de Purim en la cárcel y en la salida le dio un beso a uno de los muchachos, a la semana le llega una carta diciendo; rabino, soy el muchacho al que le dio un beso en la cárcel, quiero decirle que es la primera vez que me dan un beso en mi vida. Ahí el rabino entendió que la forma de que estos muchachos no lleguen a la cárcel es dándoles amor y educación. Su sueño era crear un espacio para que estos chicos no terminen en la cárcel. La naturaleza del proyecto sigue siendo la misma, pero se amplió la ramificación de este.



¿Cómo llegan los niños a ustedes? ¿Clasifican de alguna forma quienes entran?

Llegan o de boca en boca, porque sus familiares estuvieron y sus padres quieren seguir enviándolos o por el Ministerio de Educación, Absorción o Bienestar. El 80% de los alumnos vienen de casas con muchos problemas económicos y sociales. Padres que no pueden mantener a muchos chicos, familias con distintos problemas. Hay muy pocos chicos huérfanos, pero, también tenemos muchos hijos de padres detenidos.

Hay tres comités. El comité de educación, el comité de las personas que lo traen (algún ministerio) y después nosotros mismos chequeamos quién entra. No lidiamos en general con drogas pesadas o si tienen muchos problemas de violencia.



¿Qué tipos de actividades realizan los niños en su día a día? ¿Cómo es su rutina?

Tenemos tres centros muy importantes que son todos los proyectos sociales del rabino. Migdal Ohr, la academia universitaria para ultraortodoxos y la aldea Zoharim.

En el día estudian, algunos en yeshivot y otros en colegios más laicos. En las vacaciones les damos campamentos, donde tienen actividades todo el tiempo, piscinas, paseos al norte o cursos de equinoterapia. Los chicos y chicas están separados dentro de las instalaciones de Migdal Ohr pero dentro de unos dos o tres colegios están juntos.


El rabino Yitzhak David Grossman con estudiantes de la Aldea Agrícola Terapeútica Zoharim.

Fotos cedidas por el entrevistado.



¿Cómo recaudan los fondos para lograr ayudar a más de 10.000 niños por mes?

La subvención estatal es para mantener a los chicos, es decir, comida, luz, etc. Pero hay que hacer más cosas, como los bat o bar mitzvot. Migdal Ohr tiene un presupuesto de 100 millones de shekels al año, unos 30 millones de dólares. Aproximadamente el 65-70% es de parte del Estado y el resto son todas donaciones privadas de gente que conoce al rabino. Es difícil porque tenemos que buscar casi 10 millones al año de donaciones privadas, es mucho dinero y con la pandemia es difícil.


Distribuyendo canastas de alimentos a familias disfuncionales de Israel, campaña que se realiza para Pesaj y Rosh Hashaná. Fotos cedidas por el entrevistado.



Cuando ven a un niño o niña cruzar las puertas de Migdal Ohr, ¿cuál es su meta con respecto al niño? ¿Que buscan que logre en su vida? ¿En qué momento de su vida llegan y a qué edad suelen irse?

Salen a los 18 y un 92% va al ejército, mientras que el 96% termina la matriculación para la universidad. Cuando salen siguen en contacto, de hecho, estamos por construir un edificio en la aldea para ex alumnos porque muchos no pueden volver a las casas por sus padres, es difícil.

Buscamos lograr que sientan que están en un lugar que les va a abrir puertas para un futuro mejor. Nadie lo va a obligar a hacer nada, pero tiene que entender que es su última posibilidad para cambiar el rumbo de su vida. Si no lo aprovecha va a terminar en la calle. Queremos que entiendan eso.


El rabino Yitzhak David Grossman con estudiantes de la Aldea Agrícola Terapeútica Zoharim.

Fotos cedidas por el entrevistado.



Las personas que son parte de la aldea, ¿son voluntarias? Profesores, ayudantes…

Todos son profesionales pagos, es muy difícil trabajar con voluntarios cuando tienes una gran cantidad de chicos con tantos problemas. Tenemos muchos trabajadores sociales y psicólogos. En el internado de mujeres tenemos 360 chicas entre 14 y 18 años, mujeres que vienen con muchos problemas, de conducta, sexuales y violencia. Están acostumbradas a vivir en un ambiente violento. Tenemos toda una estructura de trabajadoras sociales y madrijot que están con ellas y las acompañan.


Con alumnas del internado. Foto cedida por el entrevistado.
Con alumnas del internado. Foto cedida por el entrevistado.

¿Cómo logró fundarse la organización? ¿Cuántos empezaron y cuántos son hoy?

No tenía muchos recursos para hacerlo, pero se tomó un avión a Estados Unidos con una pareja americana que conoció y volvió con 30.000 dólares de donaciones. Con esa plata compró una casa en Migdal Haemek que la usó como internado para 18 chicos. Así empezó hasta tener hoy más de 20.000 egresados. Empezó en 1972. En la actualidad, cuidamos dentro de Migdal Ohr alrededor de 6000 niños, de entre 3 meses a 17 años. Tenemos clubes dispersos por todo Israel que son para actividades después del mediodía para que los chicos no estén solos. En total cuidamos directa o indirectamente unos 10 mil jóvenes por mes.



El rabino Yitzhak David Grossman con estudiantes de la Aldea Agrícola Terapeútica Zoharim.

Foto: cedida por el entrevistado.



Durante el coronavirus, Migdal Ohr no se quedó atrás y ayudaron. ¿No se vieron afectados ustedes mismo por la pandemia? ¿Por qué decidieron ayudar igual?

La pandemia fue muy problemática porque tuvimos que cambiar todo el sistema educativo de hace 40 años. Tuvimos que separar, hacer cápsulas y enviar a algunos a casas temporales. Claramente tuvieron que estudiar online, para eso compramos alrededor de 1000 computadoras. Sin embargo, ahí seguíamos ayudando a los demás en las festividades con cajas de comida, todo el tiempo.



En general, debe ser muy difícil lograr que un niño con pasado tan duro se abra y te deje ayudarlo ¿no?

Es muy difícil. Los profesionales trabajan las 24 horas del día. La mayoría viven en los internados, es muy difícil que sean voluntarios, están siempre ahí hasta los fines de semana. Es una entrega total al trabajo educativo que yo como ‘’outsider’’ me asombro siempre.



¿Que hace la fundación para apoyar al niño en su vida?

Los apoyamos en todas las etapas. Por ejemplo, tenemos un salón de novias que comenzó hace 25 años, donde la idea era ayudar a casar a las chicas que salían de nuestras instituciones y que no tenían dinero. Conseguimos ropa, maquillaje y se lo damos gratis. Así crecimos hasta que hoy casamos por año alrededor de 200 novias. Para que te des una idea, en bar-bat mitzva y casamientos, siempre ayudamos.

Dos veces por año repartimos en Migdal Ohr ropa para los niños, vestimos a 6.000 chicos. Tenemos ahora una campaña muy grande que se llama jag sabea (fiesta saciada de comida), donde juntamos alrededor de 30-40 mil cajas de comida para Rosh Hashaná y Pesaj. Las repartimos alrededor de todo Israel a las familias disfuncionales, sin importar si pertenecen a la aldea o no. Hacemos muchas cosas fuera de cuidar a los 6.000 chicos.



El Rabino Yitzhak David Grossman junto al ex presidente de Israel, Sr. Shimon Peres. Foto: cedida por el entrevistado.

El Rabino Yitzhak David Grossman junto al ex presidente de Israel, Sr. Shimon Peres.

Foto: cedida por el entrevistado.



¿Por qué se creó el área de Latinoamérica?

Por un lado, porque tenemos una necesidad de hacer conocer el gran trabajo social que lleva a cabo el rabino Grossman en Israel. Es un trabajo que muy pocos rabinos llevan a cabo ya que la mayoría se ocupa de cuestiones religiosas, pero él centra su atención en salvar a niños y jóvenes en Israel y otras partes del mundo. Por otro lado, mucha gente quiere ayudar al rabino a cambiar el futuro de estos niños, que en realidad es cambiar el futuro de Israel. Y en América Latina hay muchos judíos buenos que quieren ayudar en estos proyectos sociales. Tenemos amigos en Brasil, México, Panamá, Colombia, Miami, etc. Lo bonito de Latinoamérica es que hemos podido realizar acciones conjuntas, por ejemplo en México, hay una comunidad muy linda que ayuda a chicos con trastornos o problemas familiares. Unimos esfuerzos y logramos traer a Israel niños desde México porque allá no tenían cómo ayudarlos. Asimismo, casamos a jóvenes mexicanas que hacen aliá y no tienen como sustentar su casamiento. Y así con un montón de necesidades más, siempre estamos ayudando.



Tomar la responsabilidad de criar a tantos niños da para no creer. ¿Qué los motiva día a día para no abandonar esta misión?

Creo que es el tipo de judaísmo que el rabino predica. Ayudar al prójimo, el tema de la ayuda al otro es tan importante para él, de hecho, es la base de su vida. Creo que eso me llamó la atención, me conecté con la filosofía de él.



¿Cuándo escuchaste de esta aldea? y ¿qué te llevó a trabajar actualmente en ella? ¿Tenías un propósito personal?

Yo trabajaba en la embajada de México, en la sección política y por un problema con un mexicano me contacté con una abogada y me dijo; ‘’hay un rabino muy conocido en Israel que yo lo ayudo, ¿por qué no lo conoces?’’ Le dije que yo con rabinos nada. Logró convencerme, pero yo no sabía ni quién era. Investigué un poco y lo fui a ver, charlamos, y me dijo que necesitaba expandirse a otros lugares. Le dije que podía ayudarlo con América Latina y de a poco empezamos a desarrollar esa área. Yo dirijo toda la parte de América Latina hace siete años, todo lo que es marketing, actividades y donaciones.


Adrián List, director de amigos de América Latina de Migdal Ohr: "Buscamos lograr que sientan que están en un lugar que les va a abrir puertas para un futuro mejor".

Adrián List, director de amigos de América Latina de Migdal Ohr: "Buscamos lograr que sientan que están en un lugar que les va a abrir puertas para un futuro mejor".


¿Que los diferencia a ustedes de otro tipo de fundaciones y servicios sociales donde podrían acabar los niños?

Creo que es la visión del rabino de ser flexible ante los problemas de los chicos, tenemos la suerte de tener un abanico de posibilidades para los chicos. Si no quiere una yeshiva, va al colegio, tenemos hasta opciones laicas, sino a la aldea Zoharim.



¿Con los años la aldea se ha masificado? ¿Cuántas sedes y establecimientos tienen?

El lugar es inmenso, tiene alrededor de 2.500 chicos que duermen con nosotros y otros 1800 externos. Si bien Migdal Ohr es donde más alumnos hay, dentro de las actividades llamadas "Proyectos sociales rabino Grossman", está Migdal Ohr, la aldea Zoharim, la Universidad para ultra ortodoxos y la escuela de cocina para una carrera de chef y hotelería. Además, tenemos una Mejiná y una mijlalá de cyber security para ultra ortodoxos que no solo quieren estudiar torá, sino también realizar estudios laicos.



Cuéntanos un poco del rabino, de su misión y que representa en el judaísmo

El rabino Grossman es muy conocido en el mundo judío por su labor en pos de los carenciados. Por eso en muchas comunidades lo conocen como "la madre Teresa judía". Es el primer rabino en ganar el premio Israel en 2004, por su ayuda a los carenciados en Israel. En el 2014 recibió la medalla presidencial de parte del presidente Shimon Peres.

Lo que el rabino tiene es que siempre quiere ayudar, sea un poquito o mucho y busca el camino que sea mejor para el otro. Un ejemplo, en los años 90´ llegaron muchos olim de la ex Unión Soviética. Habían dudas en Israel si realmente eran todos "judíos". El rabino dijo "los voy a aceptar, porque si no lo hago se van a perder en un mal camino". Creó una escuela para chicos rusos y en este momento tenemos 400 alumnos provenientes de los países satélites de la ex URSS. La idea fue crear una escuela donde no se estudie torá, pero sí un poco de hebreo y religión para conocer y saber de qué se trata el judaísmo, no se los obliga a rezar. La escuela se llama ‘’majshavá’’ (pensamiento en español), es una escuela de artes y comunicaciones. Por eso te digo que desde la organización hay un abanico amplio de soluciones para niños y niñas con problemas sociales y familiares.



¿De dónde surge el nombre de la aldea, cuál es el propósito?

Es un espacio educativo que te indica hacia donde ir, como cambiar la vida de ese niño o niña que por cuestiones familiares ve un futuro muy malo para sí mismo/a. Una luz que te enseña a no perderte por los caminos de la perdición. La torre de luz, el faro indica por donde el barco tiene que ir para llegar al puerto. Esa es la idea central, somos esa luz que indica el camino. No obligamos a nadie a hacer nada que no quiera, sino que tratamos de conducirlos y ayudarlos.



Gracias Adrián por ayudarnos a entender cómo Migdal Ohr está cambiando el mundo.

Un placer.




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