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  • Martín Klajnberg

“El trabajo es el ancla más importante para lograr una buena adaptación de los olim en Israel”

Actualizado: 23 sept 2020

Juan Taifeld es israelí, pero nació en México. Su experiencia como olé jadash y su trabajo en la Agencia Judía le hizo identificar una necesidad en las personas que eligen hacer aliá: ayuda para encontrar trabajo. En 2017, asumió como CEO de Gvahim, una ONG que desde hace 14 años ofrece cursos, capacitaciones y acompañamiento para los recién llegados a Israel, además de facilitar una red de contactos que permita una inserción laboral efectiva. “Hacemos esto de forma muy eficiente, muy personalizada y con una tasa de éxito del 90%”, aseguró en diálogo con Piedra Libre.

Uno de los cursos de Gvahim. Foto cedida por el entrevistado.
Uno de los cursos de Gvahim. Foto cedida por el entrevistado.

Juan Taifeld nació en México. Su casa y su educación sionista lo formó desde pequeño para crecer mirando hacia Medio Oriente. En los casi 30 años que lleva en Israel, vivió muy de cerca la aliá; no solo por haberla vivido en carne propia, sino por haber trabajado en la Agencia Judía como director regional para América norte durante 4 años. Su experiencia le permitió identificar un obstáculo que se les presenta a los inmigrantes en sus primeros años en el Estado judío: encontrar trabajo.

En 2017, Taifeld asumió como CEO de Gvahim, una ONG que desde hace 14 años se dedica precisamente a eso: tender un puente entre el olé jadash y el mercado laboral israelí. “La cuestión de encontrar trabajo para los olim es una shlijut (misión). Representa, en mi opinión, el ancla más importante para lograr una buena adaptación de los olim en Israel”, asegura, en diálogo con Piedra Libre.


Juan Taifeld junto a Isaac Herzog, presidente de la Agencia Judía, y una familia de olim jadashim recién llegada a Israel. Foto cedida por el entrevistado.



Orgulloso de su trabajo y de su equipo, Taifeld estima que este año duplicarán su público y llegarán a los 1000 participantes de hasta 60 nacionalidades diferentes. Con un equipo de alrededor de 20 personas, y con oficinas en Tel Aviv, Jerusalem y Ashdod, Gvahim ha construido una red de más de 800 empresas que ofrecen sus puestos laborales a olim y de 700 mentores que ayudan a los nuevos inmigrantes a conectarse en el mundo del trabajo.

El contexto general marcado por la pandemia del coronavirus también hizo su parte. Con la tasa de desempleo en un nivel cuatro veces mayor a la del año pasado, Israel intenta absorber una demanda laboral creciente, y que además deberá prepararse para una oleada inmigratoria durante los próximos años. “Hay síntomas y señales para ser optimistas. Sin embargo, si para un puesto antes se recibían 100 candidatos, hoy se reciben 250. Entonces el proceso es más competitivo, y por eso es necesario que el olé tenga todas las herramientas para que, de esos 250, pueda llegar al menos a los finalistas”, sostiene.

“Cuando comenzó la pandemia, tardamos 48 horas en pasar todos los servicios de Gvahim a plataformas virtuales. Fuimos bastante rápidos, y por eso empezamos a recibir una demanda enorme de olim que buscaban nuestros servicios”, explica Taifeld.

A pesar de las dificultades de la coyuntura actual, sumadas a las barreras que siempre presenta un mercado relativamente pequeño como lo es el israelí, el director de Gvahim confía en la capacidad y en la experiencia de una institución con más de una década de trabajo y dedicación. “Hacemos esto de forma muy eficiente, muy personalizada y con una tasa de éxito del 90%, que es sumamente alta”, afirma.


¿Cómo decidiste hacer aliá y cómo llegaste a Israel?

Vengo de una familia bastante sionista, y desde chico participé en un movimiento juvenil llamado Jalutz LaMerjav. Esa fue mi base ideológica para venir. Cuando terminé el secundario, participé de un programa de un año llamado Shnat Hajshará, aquí en Israel. Estuve en el Majon de Madrijim y trabajé como voluntario en un kibbutz en el norte.

Siempre la cuestión sionista estuvo en mí de manera muy clara. Mi abuelo, que escapó de Polonia antes de la Segunda Guerra Mundial, llegó a México porque no pudo venir a lo que en ese momento era Palestina. Mi padre también intentó hacer aliá y tampoco tuvo éxito. Entonces, me dije que yo sería la generación que iba a llegar a Israel para vivir aquí.

¿Cuál era tu plan original?

Yo iba a llegar en enero de 1991, pero estalló la Guerra del Golfo, y entonces la Sojnut no me permitió venir, y tuve que retrasarla para junio. Mi plan original era estudiar, entonces el primer año estudié la mejiná de Ciencias Exactas en la Universidad Hebrea de Jerusalem. Ese año te permite, además de aprender y reforzar el hebreo y el inglés, entender cómo funcionan los estudios en Israel. Después tuve un rumbo distinto, pero mi idea era llegar y estudiar, sabiendo siempre que los estudios son la posibilidad de generar una movilidad social en las personas.

Viniste desde México, trabajaste en la Agencia Judía, y ahora también seguís de cerca lo que pasa con la aliá. ¿Cómo describirías la experiencia del olé que viene de Latinoamérica?

Depende mucho de la fase en la que uno haga aliá. Es muy distinto si uno llega a los 20 años, sólo, como fue mi caso, o si viene con familia. De joven es más fácil, porque uno empieza a generar sus vínculos, sus amistades… sus anclas.

Es un choque cultural, primero, por el idioma. El hebreo es muy distinto al castellano, y se tarda tiempo en aprenderlo. Cada olé es distinto, hay olim que ya tienen una buena base, pero hay otros que no saben. Por otro lado, la cultura latina es muy distinta a la israelí, que es muy de choque, muy frontal. Los latinos, en general, son un poco más suaves en el trato. Por último, diría que la cultura israelí, en términos de trabajo, está basada en la meritocracia: no importa el rol que tengas, o el área en la que te desempeñes, sino que importa si sabes lo que estás diciendo y haciendo. Es algo que, en lo personal, me gusta mucho.

¿Cómo llegaste a Gvahim y cuál es la necesidad que buscan resolver?

Es curioso, porque en el verano de 2017 había terminado mis funciones de director regional de la Agencia Judía para América Latina norte, y siempre había ido hacia el mundo del emprendimiento, de la innovación. Entendía que había terminado mi rol en lo relacionado al mundo judío y a la aliá. Pero estaban buscando un director general para Gvahim, que ni conocía de qué se trataba. Ahí comenzó un proceso de tres meses de selección, con siete entrevistas, un proceso muy complejo. En ese tiempo, me fui enamorando de lo que hacía esta ONG y de las personas que la componen. Conocí gente que se preocupa por el tema de la aliá, y me di cuenta que la cuestión de encontrar trabajo para los olim es una shlijut (misión). Representa, en mi opinión, el ancla más importante para lograr una buena adaptación de los olim en Israel.

Gvahim se fundó hace 14 años, como parte de la fundación Rashi, con el objetivo de conectar al mundo laboral a todos aquellos olim profesionales, es decir, que tienen un título académico, o que son emprendedores. Hacemos esto de forma muy eficiente, muy personalizada y con una tasa de éxito del 90%, que es sumamente alta.

¿En qué idiomas se brinda la asistencia y qué costo tiene?

Recibimos olim de todas partes del mundo, por lo que los cursos los impartimos en inglés o en hebreo, y la razón es porque finalmente el olé va a tener que trabajar en esos idiomas. Es decir, no sirve que le enseñemos contenidos en ruso, en francés o en español si finalmente no va a ayudarlo a insertarse en el mundo laboral. Por esto, la comunicación es en inglés.

Nosotros subsidiamos en un 85% el costo real de los programas. Antes del COVID-19, el costo para el olé era de 1200 NIS. Entendiendo que esta situación ha generado una tasa de desempleo muy alta entre los olim, decidí reducir el costo en un 50% más. Finalmente, 600 NIS para todo lo que implican los servicios que nosotros ofrecemos es un costo muy bajo.


Taifeld (izquierda) junto a un grupo de egresados de Gvahim. Foto: cedida por el entrevistado
Taifeld (izquierda) junto a un grupo de egresados de Gvahim. Foto: cedida por el entrevistado

¿Y cómo funciona el proceso para un olé?

Primero, los requisitos que les pedimos a los olim es que tengan un título universitario, que sepan poder comunicarse en inglés, y que hayan terminado el Ulpán Aleph (nivel uno) de hebreo. Es decir, tienen que tener unos seis meses en el país, porque queremos que tengan una primera base de asentamiento en Israel. Entonces, el aplicante se comunica con nosotros a través de un e-mail, al que nosotros respondemos invitándolo a una sesión informativa en la que explicamos todo el proceso.

Una vez que el olé está aceptado en el programa, recibe una serie de charlas y talleres, que incluyen cómo se debe armar un CV (currículum), cómo hacer un buen uso de redes sociales como LinkedIn. Israel tiene alrededor de un millón de usuarios en esa red, y sin un buen perfil de LinkedIn encontrar trabajo es bastante difícil. También hacemos talleres con empresas de recursos humanos, que le explican qué es lo que las empresas están buscando. En estos talleres, se hacen simulaciones sobre cómo se debe actuar en una entrevista de trabajo, sea telefónica, por videoconferencia o presencial.

Cuando se termina la etapa de cursos, que dura alrededor de dos semanas, dependiendo del ritmo y de cómo quiera ir avanzando el olé, suceden dos cosas en paralelo. La primera es que cada olé recibe dos encuentros de una hora y media de asistencia y consultoría personalizada en temas laborales. Es decir, vemos los CVs y lo modificamos de acuerdo a las empresas a las que quieran dirigirse. Paralelamente, le ofrecemos un mentor individual, que es un israelí que está en la industria en la que se está buscando trabajo y que le va a poder ofrecer todo su conocimiento y su red de contactos.

Por último, como tercera fase, tenemos un Departamento de Colocación Laboral que permanentemente va a estar conectando al olé a distintos puestos de trabajo, a través de una plataforma en la que tenemos cientos de empresas y de ofertas laborales.

Nosotros brindamos todas las herramientas, pero el que tiene que conseguir el trabajo es el olé. Lo que hacemos es darle todo el “know how”, el conocimiento de catorce años, en los que ayudamos a 4.000 olim. Si alguno viene y nos dice “no me conseguiste trabajo”, está mal. Le damos el conocimiento para que pueda conectarse con el mundo laboral, y por eso conseguimos tasas de éxito tan altas.

Este proceso es el que se desarrolla en el Gvahim Career Center (GCC), que es el programa más grande que tenemos, con sedes en Tel Aviv y en Jerusalem.

Tenemos otra ala, llamada Gvahim Entrepreneurship Center (Centro de Emprendimiento), localizado en Tel Aviv y en Ashdod, que es para todos aquellos olim que quieran abrir su negocio en Israel, que son talleres y cursos que damos que duran cinco semanas. También tenemos un programa especial para aquellos olim que quieran abrir una start-up. Este es un programa muy reservado que dura seis meses, y que tiene unas tasas de éxito muy altas

Por último, tenemos un programa para la atracción de ingenieros en software y de programadores, llamado Tech Highs, que está abierto en Tel Aviv y próximamente también en Haifa. Este es un curso que no tiene costo, y lo hacemos entendiendo que el mercado israelí, según Start-up Nation Central y la Autoridad de Innovación de Israel, tiene una demanda de más de 10.000 programadores. En los tres años que lleva este programa, hemos logrado traer más de 300 al país, de todas partes del mundo.

Quisiera mencionar también un último programa que lanzamos hace dos años, al que llamamos Aliá Prep, en el que tenemos muchos participantes latinos. Entendiendo que el proceso de aliá empieza mucho antes de que el olé llegue a Israel, ofrecemos de forma gratuita charlas y talleres durante tres semanas, y desde la comodidad del hogar, cómo funciona el mercado laboral en Israel. Así, empezamos a facilitarle al olé todo lo relacionado al mundo laboral.

Hoy en día, no tiene tanta importancia dónde está localizado cada programa porque todo lo hacemos por Zoom.

Tienen su oficina en la Universidad de Tel Aviv. ¿Es parte de la financiación? ¿Tiene participación el Estado, o sólo reciben fondos privados?

A este lugar físico donde estamos ahora, que son los dormitorios de la Universidad, nos mudamos hace 9 años, con la idea de poder colaborar con estudiantes olim, que son futuros participantes de Gvahim, ya que buscamos gente que ya tiene un título universitario. Sin embargo, la razón principal es que el lugar es bastante accesible, en términos de transporte público, en que es un lugar conocido, lindo, con jardines y todo. Queremos que la experiencia del olé sea linda. Al lado de nuestras oficinas tenemos un espacio en el que hacemos los cursos, y tenemos otro lugar para los emprendedores, para que puedan sentarse ahí con sus laptops y empezar a desarrollar sus productos.

Respecto a la financiación, en su gran mayoría proviene de fundaciones privadas, tanto del exterior como de Israel, y de ayuntamientos que trabajan en colaboración con nosotros, como el de Ashdod y el de Jerusalem. Esperamos que prontamente el Ministerio de Aliá y de Absorción entienda la importancia de lo que es Gvahim para poder empezar a recibir también fondos de ellos.

¿De dónde proviene la gente que trabaja en Gvahim, en general?

Tenemos un equipo de casi 20 personas, todos israelíes, pero tenemos de todo. Hay gente de Rusia, de Ucrania, de Francia, de Uruguay, de Dinamarca, de Kazajistán, de Inglaterra, Estados Unidos… hay un espectro bastante amplio de olim, y la idea es tener gente que pueda hablar su idioma y entender lo que es la aliá. El equipo es algo que me enorgullece mucho.

¿Cómo es el mercado laboral israelí?

Al mercado laboral israelí hay que dividirlo en antes y después del COVID-19. Antes de la crisis, la tasa de desempleo era en torno al 4%, y cuando empezó la crisis llegó a estar en casi un 30%. Hoy en día ya ha bajado y se ubica cerca de un 16%, pero entre los olim la tasa es mucho más alta, cerca del 30%. Los sectores de incursión laboral en Israel son muy variados. Por ejemplo, todo lo que tiene que ver con el high-tech (alta tecnología) representa alrededor de un 8% de la oferta laboral en Israel en cuestión de fuentes de trabajo, pero representa más del 35% del PIB. También son fuertes el sector bancario, el sector de biofarma, el de tecnologías agrícolas… es muy amplio.

¿Qué oportunidades le ofrece Israel a un olé de América Latina, que a lo mejor viene sin idioma? ¿Cómo puede empezar a moverse en el mercado?

Lo primero que tiene que hacer es aprender hebreo. Sin idioma, lo va a tener muy difícil. Por eso nosotros aceptamos solamente gente que terminó el Ulpán Aleph. La Agencia Judía junto con el Ministerio de Aliá y Klitá (Absorción) ofrecen planes para aprender el idioma.

Lo segundo, es saber entender que el área en la que uno tiene experiencia laboral en el país de origen no necesariamente es lo que tiene que hacer aquí. Nosotros lo llamamos “reempacarse”: pensar nuevamente qué es lo que necesita el mercado y entenderlo. Tercero, hay que empezar a armar una red de conexiones laborales muy importantes para poder tener éxito.

Un error típico que cometen los olim es que piensan que van a poder encontrar trabajo solos. Se sientan en un café, empiezan a googlear lugares donde pueden encontrar trabajo y empiezan a mandar su CV. Ahí empieza una frustración muy grande, porque no reciben respuestas, ni las van a recibir. Las personas que trabajan en Recursos Humanos de las empresas tardan entre 6 y 10 segundos en ver un CV. Si no dice algo que ellos puedan leer, como la Universidad de Tel Aviv, la Unidad 8200 del ejército, el Instituto Technion en Haifa… el olé no tiene la posibilidad, aunque sea sumamente apto, de que lo llamen para una entrevista de trabajo. Entonces el primer tip sería: no manden su CV porque se queman ante esas empresas, y este es un mercado pequeño, y las empresas guardan en sus sistemas esos currículums. Nosotros usamos una red de más de 300 mentores para intentar llegar a esas empresas a través de los mentores, no a través del área de Recursos Humanos.



Quiero contar una anécdota muy linda que me pasó con un olé de Ecuador. Yo recibo todo el tiempo muchas llamadas, sobre todo de olim latinos, y lo hago de todo corazón y con mucho gusto. Entonces pensé que este chico, que lo había conocido antes, se había quedado sin trabajo y necesitaba de nuestra ayuda. Sin embargo, me llamó y me dijo “Juan, te quiero dar las gracias. Hace un año, en un evento de Gvahim, me dijiste que lo que tenía que hacer era un curso acelerado para aprender a hacer frontend (un área en high-tech) y fue lo que hice. Gracias a eso, este domingo empiezo a trabajar en una empresa israelí”. Sinceramente, yo no me acordaba de ese consejo que le había dado, pero me hizo sentir muy feliz saber que logramos, gracias a Gvahim, que este olé ecuatoriano pueda encontrar trabajo.

Nosotros recibimos todo el tiempo mails diciendo “tal persona encontró trabajo en tal lugar”, y esos son los mails que más me da gusto recibir. Nos da satisfacción el hecho de estar dando la caña y no el pescado.

¿Cómo funciona el vínculo con las empresas asociadas a Gvahim?

Trabajamos con más de 800 empresas, especialmente en el sector privado. El vínculo que tenemos es, o a través de los egresados de Gvahim que trabajan en esa empresa, o a través de mentores, o de voluntarios. Nosotros no exigimos un pago por parte de la empresa, ni le pagamos, pero tenemos un sello llamado “Olim friendly employer”, que es un sello de responsabilidad social empresaria. Muchas veces a las empresas les interesa recibir olim por un tema de diversidad laboral. Entonces les ofrecemos ese sello, y en una plataforma que nosotros creamos ellas van publicando los puestos vacantes que tienen. Para ellos es recibir CVs de manera gratuita, y nosotros facilitamos y hacemos posible que los olim tengan acceso a más puestos de trabajo.

¿Cuál es la situación de las empresas a partir de la crisis del coronavirus?

Hay empresas que decidieron dejar de reclutar, y otras recortaron su personal. Los meses de la primera ola, abril, mayo y junio, fueron meses muy difíciles para las empresas israelíes y para los olim. Ya en julio empezamos a ver una estabilidad, y especialmente en el área de tecnología vemos que las empresas comenzaron a reclutar más y más a partir de agosto. Yo creo que hay síntomas y señales para ser optimistas. Sin embargo, es cierto que si para un puesto antes se recibían 100, 150 candidatos, hoy se reciben 250. Entonces es más competitivo, y por eso es necesario que el olé tenga todas las herramientas necesarias para que, de esos 250, pueda llegar al menos a los finalistas, y puedan tenerlo en cuenta para encontrar un trabajo.

¿De dónde son los aplicantes? ¿De qué regiones hay más participación dentro de Gvahim?

En términos generales, en 2019 llegaron 35 mil olim. A groso modo, el 70% de ellos vinieron de la ex URSS. Sin embargo, en la primera mitad de 2020 la aliá bajó en un 50% comparado al año anterior. Esa reducción en la cantidad de inmigrantes se ha visto mucho en Francia, Rusia, Ucrania, Estados Unidos e Inglaterra. Pero, por ejemplo, en el caso de Argentina la cantidad no ha bajado, sino que sigue subiendo. Lo mismo pasa en México. En América Latina hay una muy buena relación con la Sojnut, la Agencia Judía, y nos conocen muy bien a nosotros, especialmente los brasileños, que son los que más participan. La población latina dentro de Gvahim es alta, lo que me da mucho gusto, y espero que sea todavía más alta. Tenemos participantes de más de 60 nacionalidades, con una edad promedio de 32 años.

¿Y recibieron más aplicantes en este último tiempo, a raíz de la crisis económica de 2020?

Cuando comenzó la pandemia, tardamos 48 horas en pasar todos los servicios de Gvahim a plataformas virtuales. Fuimos bastante rápidos, y por eso empezamos a recibir una demanda enorme de olim que buscaban nuestros servicios, porque reducimos el precio, y porque había más necesidades en términos laborales. Hoy en día estamos operando con una capacidad del 100%. Hay que entender que la tecnología nos permite hacer un scale-up y crecer de forma muy rápida, sin estar limitados a un espacio físico, ya que en un Zoom se pueden meter 100 personas, siempre y cuando no pierda la calidad. En lo que son charlas abiertas, no importa cuanta gente hay, pero cuando se trata de talleres no queremos que haya más de 15 o 20 personas para que pueda construirse un vínculo más personalizado.


Reunión entre Taifeld (derecha) y Pnina Tamano-Shatta (izquierda),

la ministra de Aliá y Absorción de Israel.

Foto: cedida por el entrevistado


La Agencia Judía habla de una aliá de grandes proporciones durante los próximos años. ¿Está preparado Israel para absorber a esa cantidad de gente en un mercado laboral que en estos momentos está más reducido?

La Sojnut habla de 250.000 olim en los próximos 5 años. Yo creo que tanto la Sojnut como el Estado de Israel han cometido errores en olas de aliá anteriores, por ejemplo, en la de principios de los ‘90, donde hubo muchos latinos y gente de la ex Unión Soviética. Creo que Israel y las instituciones que lo representan en términos de aliá podrían hacer todavía más de lo que están haciendo. El olé necesita recibir un paquete que le permita estabilizarse. Un ulpán de 6 meses no es suficiente, y los procesos de absorción de un inmigrante son mucho más largos. Hay que dar incentivos que lleguen a cubrir dos o tres años desde que el olé llega al aeropuerto. Estos incentivos tienen que abarcar cuestiones de vivienda, de trabajo (que nosotros nos ocupamos de forma independiente), y en cuestiones que tienen que ver con la creación de una comunidad, de educación y de salud. En estos dos últimos puntos, Israel desempeña un buen papel. Donde me parece que puede mejorar y tiene que ayudar es en otros aspectos. Por ejemplo, un israelí que se queda sin trabajo tiene un seguro de desempleo por seis meses, que ahora por la situación se ha alargado hasta un año y medio. El olé no tiene este seguro, porque no tiene tantos meses de trabajo en el país.

Es sumamente importante que el Ministerio de Aliá y Absorción abarque estos temas. Tuve una reunión con la ministra Pnina Tamano Shatta, y le dije que una cosa que quería que recordara de mi visita era que los olim necesitan tener un paquete de servicios y asistencias que les sea suficiente para poder “bancársela” y solventar esta primera fase de, al menos, dos años.



Hay una crisis económica mundial. Israel también está incluido en esta crisis. Hay déficits presupuestarios en todos los países, pero el gobierno da una serie de incentivos para intentar generar más puestos de trabajo. Estoy convencido de que los olim son una parte fundamental. Muchas veces el israelí común ve al olé como un “pobrecito”, como fueron los etíopes que vinieron en los ‘80, o los “pobres” rusos que se escaparon de la Unión Soviética, o los “pobres” latinos que no tenían otra posibilidad y llegaron a Israel… Mi función es cambiar ese paradigma y decir “no, señores”. El olé no es el ‘pobrecito’. Es una persona que, si bien tiene limitaciones al principio por ser inmigrante, sobre todo en cultura y en idioma, trae consigo un bagaje de culturas, de apertura de mercados y de idiomas que el israelí no conoce para poder abrir más y más mercados para la Start-up Nation que es hoy Israel. Eso es algo sumamente valioso. Creo que hay que ver a los olim como un asset (activo), un valor agregado a este país, no como una carga.

No hay que ir mucho más allá para entender esto. Si uno recuerda la aliá de los países de la ex URSS de principios de los ‘90, llegaron médicos, científicos, ingenieros, matemáticos, físicos… y en gran medida, parte de lo que hoy es la Start-up Nation se lo debemos a ese capital humano sumamente calificado.

¿Qué es Israel para vos?

Es un sueño de dos mil años concretizado. Poder vivir en tu país hablando tu idioma, sintiéndote una mayoría, y poder llevar una vida judía completamente natural, salir a la calle y poder respirar y sentir lo que es vivir en este país. Es el lugar que amo, mi patria de elección, y es el lugar por el cual estoy dispuesto a luchar y donde seguiré hasta el fin de mi vida con mucho orgullo. Tenemos nuestros problemas, pero las discusiones se basan en que nos importa. No tenemos otro lugar y este es el lugar en el que queremos vivir y queremos que nuestros hijos crezcan en un país democrático y judío, mucho mejor del que recibimos.


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