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  • Mica Tramer

La experiencia de Daniel Kord como ingeniero en computadoras y naves espaciales

Actualizado: 12 jul 2021

De seguro has escuchado hablar de la nave espacial israelí “Beresheet”, y si no es así, te traemos la historia de Daniel Kord, un latino como nosotros que participó en su desarrollo.


En 1972, un barco transatlántico fue lo único necesario para que Daniel comenzara lo que sería su vida como ingeniero electrónico. Con tan solo 18 años, desde Chile decide con otros nueve amigos prepararse para el Technion en Haifa y entrar a estudiar, dejando todo atrás por el amor a Israel y a la tecnología. Luego de su paso por la marina israelí, Daniel (mejor conocido como Dani) fue escalando por años dentro de la misma empresa “Aitech Systems”, hasta ser gerente general. Ahí estuvo por más de 35 años, jubilándose recién en enero del 2021.


En Aitech, sus clientes buscaban computadoras robustas para máquinas, vehículos y aplicaciones móviles. Sin embargo, lo innovador fue su concepto de “Off the shelf”, lo que les permitía ofrecer sus productos en una especie de catálogo y así ahorrar dinero en la producción y aumentar las ventas. Con esto se dieron cuenta que su negocio comenzaba a despegar. Totalmente dedicado a su trabajo, ayudó a desarrollar sistemas de lenguajes de programación, computadoras de naves espaciales y sistemas para trenes, entre otros.



Cuenta que dentro de sus mayores logros se encuentra la antes mencionada nave espacial israelí, “Beresheet”. “El efecto que tuvo fue una sorpresa para nosotros”, afirma Daniel humildemente, a pesar de estar hablando de un sistema totalmente innovador que podría ahorrar muchos recursos dentro de la investigación científica. La nave fue un éxito para todos, ya que se demostró tanto la unidad nacional como también la validez del concepto de viajar a la luna impulsado por la fuerza gravitacional, principios físicos que finalmente nos permiten avanzar como sociedad hacia nuevos descubrimientos.

¿Cuántos aseguramos cuando pequeños que nuestro sueño era ser astronauta? Kord no se quedó afuera diciendo que “nunca ni siquiera soñé estar involucrado en algo así”, refiriéndose a su participación como ingeniero en la nave.

Con cohetes americanos comienza en 1987 su trayectoria dentro del ámbito espacial. Sin embargo, para Daniel hoy el tema del espacio ha tomado un rol esencial en el futuro de la humanidad. Nos asegura que se debe investigar las posibilidades que existen en el espacio y la luna para sobrevivir.


Aitech comenzó con un objetivo claro; desarrollar computadoras con inteligencia artificial. ¿Cómo fue recibido en la época? ¿Sus objetivos fueron cambiando?

Fuera del asunto de inteligencia artificial, el objetivo era construir computadores robustos para usarlos en máquinas y plataformas móviles a un precio razonable. En 1980 era un tema totalmente nuevo y que estaba de moda. Por eso mismo no resultó mucho, era muy temprano para implementar algo así. En ese momento todo lo que se ofrecía era extremadamente caro, así que lo que hicimos fue crear estas máquinas off the shelf un catálogo con entrega inmediata y más barato. El catálogo de computadores militares que sacamos en 1985 fue muy exitoso. Así es hasta el día de hoy.

Aunque no lo crean, lo primero que propuso el fundador fue vender los productos a Estados Unidos. Por más de diez años no comerciamos en Israel, nuestro enfoque era totalmente internacional. Hoy en día es uno de los tres líderes mundiales en computadores militares off the shelf.


Strategy brainstorming 1989. Foto cedida por el entrevistado.
Strategy brainstorming 1989. Foto: cedida por el entrevistado.

¿Nos podrías contar un poco cómo llegaste al mundo de la inteligencia artificial?

Siempre supe lo que quería. Cuando hice aliá en 1972 con un grupo de compañeros de colegio veníamos específicamente a estudiar al Technion en Haifa y así fue. Después de eso hice mi servicio militar en la marina como oficial de computadores, ya con una hija de 3 meses y ahí empezó todo. Con respecto a mi trabajo, Aitech fue mi única empresa, por más de 35 años. Llegué siendo recién el séptimo empleado, pero con una tarea muy revolucionaria, desarrollar herramientas para un nuevo lenguaje de programación llamado ADA. Como cualquier novedad, me atrajo y me quedé hasta que finalmente llegué a ser Gerente General de la empresa durante más de veinte años.



Sabemos que Aitech fue parte de numerosos proyectos espaciales, ¿nos podrías contar cuáles fueron para ti los más impresionantes? ¿Qué sentías en ese momento?

La verdad, los proyectos espaciales fueron más bien un efecto lateral de nuestro objetivo. Nos dimos cuenta que en cada proyecto espacial al igual que las computadoras militares, partían de cero. No había ningún tipo de catálogo que ofrecer. Ahí fue cuando decidimos ampliar nuestro concepto, empezando con pequeñas cosas espaciales hasta llegar a tener más éxito que en el área militar. Hoy en día Aitech tiene numerosas máquinas prediseñadas para usar en satélites y cohetes.

El más interesante, te diría por lo extraordinario fue el sistema para la nave Beresheet, eso fue un diseño de cero. Pero a la vez el más importante serían las tarjetas electrónicas que diseñamos para la estación internacional del espacio (ISS) que todavía funcionan sin fallas. Lo que más le toca a uno, por ejemplo, con Beresheet, es el hecho de que sea Israel. Fue algo totalmente único y nos logró capturar a todos, ocupando un lugar muy importante en nuestras vidas por casi dos años.



Hablando sobre la nave Beresheet, ¿Cuál fue el aporte de Aitech dentro de la nave? ¿Cuántas empresas además de la tuya fueron parte del proceso?

A grandes rasgos éramos tres empresas que desarrollaron algo nuevo. Los protagonistas eran SpaceIL, luego ha-ta'asiya ha-avirit le-yisra'el (IAI) y nosotros, Aitech. IAI es la empresa con más experiencia y conocimiento sobre satélites del país, por lo que hicieron gran parte del proyecto. Nosotros hicimos uno de los dos computadores de control, llamado IBOX. En palabras simples controlaba la distribución de energía, recolectaba información y monitoreaba el manejo de la nave.


The SpaceIL Beresheet Lunar Lander. Foto cedida por el entrevistado.
The SpaceIL Beresheet Lunar Lander. Foto: cedida por el entrevistado.

¿Tu empresa esperaba ser contactada por SpaceIL para el proyecto, o fue una sorpresa?

Fue realmente una sorpresa. Hasta ese momento el asunto del espacio en Israel era una especie de monopolio de IAI, porque son los que tienen más experiencia y cuentan con fondos gubernamentales. Nosotros estamos en el área del espacio desde los años 80 ́ y nuestro intento de entrar en el mercado israelí se veía muy frenado por IAI. Por eso cuando SpaceIL nos pidió nuestro catálogo de computadoras fue muy sorprendente, pero cuando nos eligieron definitivamente fue extraordinario. Ganamos un orgullo inmenso y prestigio, siempre será un hito bastante central en nuestra historia.



No todo es ciencia, también hay sentimentalismo involucrado. Sabemos que el nombre elegido “Beresheet” tiene un significado simbólico y que dentro de la carga de la nave había una “cápsula del tiempo” digital. ¿Cuál es el fondo?

Claramente se relaciona con algo judío religioso. El nombre pretende decir el comienzo de algo importante, es por eso que el lema que eligieron fue “medinat ktana, jalomot gdolim” (nación pequeña, grandes sueños).

Con respecto a la cápsula, el patrocinador que puso los fondos fue un judío sudafricano y claro que puso sus condiciones. Quería que en la nave hubiera un tanaj (digitalizado), una bandera de Israel, el hatikva (himno) y otras cosas que quiso incluir. La verdad es que como judíos podríamos decir que parte de nosotros llegó a la luna.


Last selfie from Beresheet, just before the impact on the Moon. Foto: cedida por el entrevistado.
Last selfie from Beresheet, just before the impact on the Moon. Foto: cedida por el entrevistado.

¿Nos podrías explicar todo el proyecto de la nave y que sucedió en el momento que explotó?

El punto más importante para entender que fue Beresheet es el comienzo de esta. Todo comenzó con un concurso de Google, ofreciendo dinero al primer equipo no gubernamental que lograra aterrizar en la luna, mover el vehículo y mandar desde ahí una foto a la tierra. Eran 20 equipos participando y el único que lo lanzó fue SpaceIL, aunque haya sido fuera del límite de tiempo.

La idea era muy ingeniosa, una nave no tripulada que aterrizara en la luna usando la fuerza de la gravedad en lugar de los miles de recursos usados tradicionalmente. Eso dio como resultado una nave mucho más pequeña y liviana. En palabras simples, la nave al salir de la atmósfera se ponía en órbita elíptica alrededor de la tierra por 4 semanas. Cuando la elipse estaba lo bastante grande como para incluir a la luna, venía el momento más delicado, cambiar de órbita. Todo fue muy exitoso hasta que llegó la parte de caer hacia la luna. La falla fue tanto técnica como humana. No se cuenta mucho, pero todo pasó porque se detectó que uno de los sensores de aceleración dejó de funcionar y se tomó la decisión de reiniciar todo el computador. Cuando prendió nuevamente ya no había tiempo para frenar la nave y se estrelló contra la superficie de la luna. En el fondo fue un error humano, la verdad es que tomar esa decisión estando bajo presión y con poco tiempo es muy difícil.



¿Cómo fue para ti volver a tus inicios en el Colegio de Chile y dar una charla sobre este gran logro tuyo a alumnos de secundaria?

Orgullo es la palabra. Me sentí muy agradecido de cómo me trataron y del interés, entendí lo que era mi historia; interesante y llamativa. Soy un ingeniero, pero me sentí realmente un VIP. Cuando me llamó mi profesora de hebreo para invitarme a viajar a Chile me sentí honrado, nunca olvidé a mis morim ni al colegio, siempre estaré muy agradecido.



Junio 2019. Con el presidente Piñera durante su visita a Israel. Encuentro organizado por chilenos residentes en Israel, en Jerusalem, en honor al presidente. Foto: cedida por el entrevistado.

Junio 2019. Con el presidente Piñera durante su visita a Israel.

Encuentro organizado por chilenos residentes en Israel, en Jerusalem, en honor al presidente.

Foto: cedida por el entrevistado.



¿Qué sentías sabiendo que no sólo Israel estaba expectante, si no que todo el mundo estaba pendiente de Beresheet?

El efecto que tuvo fue una sorpresa para nosotros. Existe algo que se llama el efecto Apolo, que pasó en EE.UU con la nave espacial de los 60’. Todos los americanos pendientes e hipnotizados con el tema. Ese entusiasmo y sentimiento de pertenencia en Israel fue una especie de déjá vu para nosotros. Era extraño ver a todos cautivados y planificando su día para alcanzar a ver el aterrizaje de Beresheet frente a la tele. También internacionalmente, las colectividades judías y las comunidades científicas nos hicieron sentir ese apoyo.



¿Te imaginaste alguna vez siendo el chileno que participó en el lanzamiento de una nave espacial israelí?

Jamás me lo imaginé. Me acuerdo siempre de estar viendo a Armstrong en la tele y nunca ni siquiera soñé estar involucrado en algo así. Aunque no era mi meta original, para mí es un logro impresionante. Mi gran sueño en el Technion era más bien la alta tecnología, es decir los computadores. Más o menos en la secundaria de Chile me di cuenta que si quería lograrlo, lamentablemente tenía que irme del país.


Aitech Beresheet team (left to right): David Saar, Yoram Zabari, Dani Kord, Avi Oriane, Avi Luzon, Avi Ben-Moshe. Foto: cedida por el entrevistado.

Aitech Beresheet team (left to right):

David Saar, Yoram Zabari, Dani Kord, Avi Oriane, Avi Luzon, Avi Ben-Moshe.

Foto: cedida por el entrevistado.


En una de tus charlas mencionaste que a pesar de haber “fallado” la última etapa, para ustedes es un logro indescriptible, ¿Qué buscaban al lanzar la nave?

El 99,5% de la misión fue realmente un éxito. Aterrizar en la luna hubiera sido lindo, pero no hubiésemos sido los primeros. Lo que sí hicimos fue aportar gran conocimiento, demostramos un principio físico al evidenciar que es factible llegar a la luna usando la fuerza de gravedad, en eso si fuimos los primeros.

Hay que tener en cuenta que este sistema para llegar a la luna se va a seguir usando. Así se puede ofrecer una forma más barata para lograr la investigación científica de los países. La pregunta es, ¿Qué querrán hacer en la luna? Por ahora la idea es tratar de determinar si la superficie se puede usar con fines agrícolas o para tener más recursos que sean útiles para la humanidad.



¿Cómo fue dejar tu trabajo recientemente? ¿Sigues pendiente y activo?

Ahora trabajo de manera independiente en los temas que entiendo, por lo que sigo activo en ese sentido, investigando y ayudando. Es un trabajo a fuego lento, aunque me sienta energético agradezco tener mis tiempos. Tengo que confesar que disfruto ahora poder tomar siestas en las tardes, tener libertad y hacer ejercicio. Te cambia la vida la nueva rutina, puedo ver a mi familia y ayudar a mis hijos con mis nietos. Por mi parte no hay quejas.



Año 2018 en el evento anual de fin de año de Aitech. Foto: cedida por el entrevistado.
Año 2018 en el evento anual de fin de año de Aitech.

¿Cómo era tu rutina en general y los días previos a la entrega de un proyecto grande?

Todo era caótico. Yo estaba muy dedicado a mi trabajo laburando casi siempre hasta tarde. Lo más importante fue tener a mi esposa al lado que me apoyara, además de forma natural tomó un trabajo de medio tiempo para que yo pudiera trabajar en las tardes. Muchas veces llegaba y mis hijos estaban durmiendo, no era para nada ausente, pero fue difícil y esa ayuda de mi mujer fue esencial. Hoy en día las cosas cambiaron acá, un gran cambio social, en las parejas profesionales cada uno pone un 50% y me parece fantástico.



¿Crees que Israel es el escenario ideal para desarrollarse en tecnología? ¿Por eso decidiste mudarte?

Elegí Israel mucho por la educación sionista que tuve en el instituto hebreo de Chile, pero lo que me cautivó junto a mis 9 amigos fue el ambiente tecnológico de Israel. En Chile las oportunidades son muy limitadas en este tema y acá uno puede llegar a estar en el frente de la tecnología en todas las áreas que te puedas imaginar. Por otra parte, los jóvenes en esa época éramos muy idealistas en Chile. En un momento de nuestra vida nos enfrentamos con un cruce en nuestro idealismo; ¿ser primero chileno y después judío, o ser judío y después chileno? El sionismo nos movió y fue por eso que nos vinimos a trabajar para Israel.



Cuéntanos un poco de tu infancia ¿Qué factores en tu educación y crianza crees que influyeron en perseguir tus metas y no rendirte?

La influencia más importante para mí fue el colegio y la historia de mi padre. Mi educación fue muy clara con sus prioridades; los valores del sionismo. Siempre voy a agradecer eso al colegio Hebreo. Mi padre por otra parte, intentó hacer aliá en 1949 abriendo su propio negocio de zapatero, pero fracasó. Volvió decepcionado del país, más que nada porque no logró arraigarse acá por la situación económica del momento. Por eso creo que el trasfondo de toda mi aliá fue lograr cumplir el sueño de mi padre.


Preparando material para Ai-ADA, 1988 (Baruch Deutsch, Yossi Weller, Tali Even, Roy Kariv, Dani Kord) Foto: cedida por el entrevistado.

Preparando material para Ai-ADA, 1988 (Baruch Deutsch, Yossi Weller, Tali Even, Roy Kariv, Dani Kord)

Foto: cedida por el entrevistado.



¿Cuál sientes que es el aporte de la tecnología e investigación? ¿Qué huella estás dejando en el mundo?

Dentro de la sociedad ocupa un rol muy importante. La investigación y tecnología son la única manera que tenemos de salvarnos y de seguir viviendo en este planeta como queremos. La población crece y los recursos se agotan, tenemos que avanzar tecnológicamente ya sea en la medicina, energía, agua o comida. Israel hoy en día está presente en todas las áreas. No considero que mi aporte personal sea muy grande en comparación a otros descubrimientos, pero estoy orgulloso porque cada aporte cuenta. Uno nunca sabe en que podría terminar este tema de las naves espaciales, pero está claro que hay que mirar al espacio para sobrevivir más adelante.



Gracias Daniel por contarnos tu historia.

Gracias a ti por tu tiempo.




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