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  • Mica Tramer

Ahora te digo yo

Mica tiene 19 años, vino desde Chile por 5 meses para aprender, conocer y tener una experiencia con un grupo de jóvenes de diferentes países de Latinoamérica. Pero nunca se imaginó tener que vivir bajo las alarmas.

Te dicen que nunca te olvidas del sonido de la alarma. Te dicen que ahora te asustas con cualquier ruido. Te dicen que caminas pendiente de un refugio. Te dicen que no es fácil parar de tiritar. Te dicen que en Tel Aviv nunca pasa nada. Te dicen, Bueno ahora te digo yo.



1 de abril 2021 me entero que finalmente mi sueño de ir a Israel al programa de Masa “Next-tlalim” se va a hacer real. Chile decide cerrar sus fronteras sorpresivamente (como todo en esta pandemia) y solo tenía tres días para prepararme en todo sentido. Psicológicamente me sentía bastante preparada porque era mi meta para este nuevo año, 5 meses viviendo sola y aprendiendo. Llegué acompañada de mis amigos que vinieron a “Shnat” de Masa y sentí enseguida esa pertenencia al país y como todos mis problemas se acabaron, todo valió la pena.

Cuarentena de 10 días fue un paso más dentro de la lista, todo iba acorde a lo planeado. El 23 de abril llegué finalmente al programa y conocí a estos 5 latinoamericanos, en total somos 6, y me digo a mí misma: “Mírate ahora, míralos a ellos que vinieron contigo. 6 latinoamericanos, 6 sueños de vida, 6 esperanzas.” Siento que se viene la mejor parte de mi vida.


Todos vinimos escapando de una guerra mundial, una guerra biológica; el coronavirus. ¿Cómo no estar contentos? Vivimos en Tel Aviv,” la ciudad de la joda” como le dicen los argentinos de mi programa. Cada uno tiene una pasantía ideal y la mía no se queda fuera. Escribir en una revista latinoamericana me parece la mejor oportunidad en este país, poder volcar mis pensamientos en mí mismo idioma. Nos ponen la vacuna más cotizada del mundo, cuando en nuestros países no estaba ni cerca de suceder. En la playa, en fiestas y paseos conocemos a una cantidad de gente que nos dan historias para una vida entera. Pero nunca esperábamos tener que contar esta historia.



Un día nos enteramos de bombardeos en Jerusalem y nos parecen lejanos, pero finalmente la escuchamos. ¿Es esa? ¿Chicos están seguros? ¿Tenemos que correr? Si, era la alarma. Nadie sabe cómo actuar, por más que me prepararon, me paralizo y siento la piel de gallina. 1 minuto y medio recuerden, no se nos puede olvidar. 1 minuto y medio para salvarnos. La verdad no logramos medir el tiempo mientras corremos, nos damos cuenta que se pasa volando entre escaleras.


No tenemos bunker, casi nadie tiene en Tel Aviv. Los organismos de seguridad nos dicen que tenemos que correr al lugar más cercano, protegernos y esperar mínimo 10 minutos para salir. Vemos a gente externa con nosotros en el mismo lugar. Ahí nos sentimos seguros, hasta que escuchamos los misiles. Uno, dos, tres y cuatro contamos la primera vez y nos sentimos más asustados que nunca. En ese instante pienso ¿Se puede realmente describir la situación a alguien que no lo vive? Nos miramos entre nosotros y comprendemos lo que estamos viviendo, ahora nosotros somos parte de los posts en las redes, no nosotros quienes los suben...


Me llamo Mica y ahora es algo cercano. Me meto a mi celular y leo; “Desde el 2014 no caían en Tel Aviv”, “2 misiles se estrellan en los alrededores de Tel Aviv” “gente muere”, lo único que les puedo decir es que los titulares de noticias no aportan mucho. 21:30 y nos sentamos todos alrededor de la mesa, esperando la siguiente alarma más atentos que nunca. Entre risas nerviosas, los pensamientos de todos se entrecruzan y alguien pregunta; ¿prefieren la pandemia o la guerra? - Silencio, nadie pudo responder enseguida. ¿Virus o misiles? es la pregunta que anda por nuestras cabezas. “los misiles nos demuestran lo lejos que puede llegar la humanidad, nosotros mismos” nos dice una de las chicas. No les voy a mentir, han pasado 3 días y todos nos hemos replanteado si es buena idea quedarse. Pero el apoyo de familiares, del programa y hasta de recién conocidos nos llenan de algo parecido a la calma, porque a pesar de todo se sigue.


¿Puedes dormir? es la pregunta célebre de las últimas horas, y la respuesta más usada es “Ni cerca”. Menos mal, porque siendo las 3:00 suena la alarma y las dos dentro de la pieza estamos listas con mochila en mano. Claro que ya estábamos preparadas esta vez. La mirada entre las dos antes de salir de la pieza a tocar puertas para que todos se despierten es indescriptible. Miedo, ansiedad, confusión, enojo, una mezcla de sentimientos que se reflejan en esa mirada de 10 segundos.



Como cualquier grupo, ya tenemos una especie de organización entre nosotros. Jamás pensé tener que avisar cuando me iba a bañar, menos a un grupo de personas que conocí hace tres semanas acá. Todo cambia, ahora entre nosotros nos avisamos si alguno va a subir, si alguno va al baño y si alguno va a tomar una siesta para que lo busquemos cuando suene la alarma. 14:30 y eso hacemos, corremos de arriba a abajo buscando a los que se habían ido y nadie entiende cómo a esa hora las alarmas empiezan a sonar nuevamente en el centro del país. Por lo menos a estas alturas no se nos para el corazón del miedo, así de rápido se vuelve parte de tu día. Además, como nos explicaron, tenemos la cúpula de hierro (kipat barzel) que nos protege, que intercepta los misiles lanzados hacia la población israelí.


Tenemos entre 19 y 26 años. Somos jóvenes que venimos a Israel buscando volver a vivir, volver a salir, aprender y conocer, con esperanzas y expectativas. Estamos solos y llenos de incertidumbre, pendientes de la política, aunque sin comprender mucho. Es muy raro meterse a las noticias y no poder entender al 100% porque te están cayendo misiles. Estamos pendientes de todo e informando, siempre se escucha alguna videollamada de algún celular, alguien diciéndole a su familia que estamos todos bien. Tratando de explicar lo que sucede ya que las noticias que aparecen en el exterior no siempre reflejan lo que realmente sucede. Hace 3 días esta situación no era ni nuestra peor pesadilla, pero aquí estamos y lo único que nos queda es vivirlo como todo israelí.



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